En tiempos como estos, en los que solo se habla, se grita, o se escribe, con dolor, sangre y olvido, tendríamos que seguir e imitar a los grandes de alma y corazón. A aquellos a los que su investidura y su cargo les provoca salir a buscar a los que están desvalidos, indefensos, perseguidos, maltratados, juzgados y olvidados, para hacerlos sentir que no van solos, que, pese a sus circunstancias tan adversas, hay algunos que se preocupan y se ocupan de ellos.
Para el Sr. Obispo de El Paso, Texas, Mark J. Seitz, lo más fácil, lo más sencillo, sería seguir las noticias, pedir oración por todos los migrantes, dejar que el Gobierno resuelva, y que todas estas familias queden en las manos de Dios.
Pero no está en sus venas, quedarse pasivo, indiferente, ciego, sordo y mudo. Él demuestra su misericordia a todos sus hermanos, actuando, demostrando el verdadero sentido del amor de Cristo para con todos, y lo que El espera de los que nos llamamos sus hijos, personas de bien.
No tengo el placer de conocer al Sr Obispo Mark J. Seitz en persona, pero me basta con escuchar a papá hablando de él, de lo que lo admira y respeta por su valor y su calidad humana. Lo orgulloso que está de que sea su pastor.
Gracias, Señor Obispo, por su amor desinteresado y por su solidaridad para nuestros hermanos migrantes. Gracias por predicar con el ejemplo. Gracias por su corazón inflado más que al límite
Lo que hace tu mano derecha no dejes que lo sepa tu izquierda. ¡Qué afortunado, orgulloso y agradecido debe estar quien recibió su ayuda como donante! ¿Por qué esos detalles bonitos no se cuentan?
Que Dios, la Morenita y mi Juan Pablito segundo le cuiden siempre.